MÚSICOS DESDE LA CUNA

La Music Learning Theory de Edwin Gordon

Un niño viene al mundo dotado de infinitas posibilidades de aprender. Sus talentos nunca serán mayores que en el momento del nacimiento y cuenta para desarrollarlos con el más maravilloso instrumento que se conoce, el cerebro de un recién nacido. Desde fuera, sus padres se convertirán en sus primeros y más significativos maestros y a través de sus cuidados y estímulos favorecerán, aún sin proponérselo, los primeros y más significativos aprendizajes.

Así lo hacen de manera espontánea y natural con el lenguaje. Los padres hablan al niño, sin planes, sin expectativas, ofreciéndole simplemente una comunicación viva que le posibilita asimilar por sí mismo, a su ritmo y manera, una herramienta que influirá drásticamente en su propia configuración cerebral y que le abrirá las puertas de formas más complejas de pensar y entender el mundo.

En un mundo ideal, lo mismo ocurriría con la música. Los padres serían un ejemplo de musicalidad y llenarían de música los momentos más preciosos de la vida del niño, llenarían sus juegos, sus viajes, sus sueños, su vida familiar y social, y así el niño, de la misma forma que hace con el lenguaje, comenzaría él mismo a pensar música y a crear su mundo musical interno. Su musicalidad expresaría su vitalidad, su creatividad, su originalidad, su genialidad.

Pero raramente es así. La mayor parte de los padres son capaces de guiar a sus hijos en la adquisición de las habilidades motrices primarias, en la adquisición del lenguaje hablado y de las habilidades aritméticas básicas, en cambio, no ocurre así con las habilidades musicales. Esto se debe a que a ellos mismos no les enseñaron a interpretar y a comprender música cuando eran pequeños. Incluso en las escuelas infantiles no se tiene un repertorio adecuado y rico de canciones, ni las profesoras disponen, como norma general, de un oído musical bien formado ni tienen entre sus objetivos desarrollar la musicalidad de los niños o sencillamente no saben cómo hacerlo.

Nuestro entorno cultural se ha empobrecido musicalmente y ni los padres, ni los maestros, ni los círculos sociales o culturales son capaces ya de despertar la musicalidad de los niños, que puede permanecer así oculta e inexplorada, durante toda la vida. Esta falta de estímulo musical apropiado en los primeros años de vida, se trata de compensar después con una educación musical intelectualizada, basada en la explicación de los símbolos de la escritura musical, en lugar de permitir fluir la música, como fuerza creadora y lenguaje sonoro que es, desde el cuerpo hacia los reinos profundos de la imaginación musical. Necesitamos recuperar el movimiento y la improvisación como las dos herramientas más valiosas y esenciales del aprendizaje musical y dejar que los niños vivan la música desde el momento de su nacimiento, sino antes.

Edwin Gordon, músico, investigador y pedagogo estadounidense, fallecido recientemente, ha llevado a cabo la investigación más completa y exhaustiva de cómo aprendemos música de la que disponemos en la actualidad y ha visto con claridad las enormes semejanzas que existen entre cómo aprendemos el lenguaje y cómo aprendemos música. De la misma forma que el correcto desarrollo del lenguaje requiere que los niños oigan hablar desde que nacen y esto es bastante tiempo antes de que ellos mismos puedan articular sus primeras palabras, en la música ocurre lo mismo. Sin la estimulación temprana de la esfera auditiva del cerebro se perderán células y se impedirán conexiones que perjudicarán gravemente el desarrollo musical de los niños a lo largo de su vida.

Se les suele dar a los niños un ejemplo musical muy pobre, con canciones de escaso valor musical y se pone el énfasis en los textos, que sirven más para estimular la imaginación visual o para trabajar contenidos extramusicales del mundo infantil, que para guiar la atención hacia el sonido, que queda así en segundo plano. De esta manera se les da a los niños muy poca o ninguna oportunidad de ser guiados hacia la adquisición de las habilidades esenciales que les abrirían las puertas de un aprendizaje musical realmente profundo y significativo para el resto de su vida. Cuando comienzan una educación musical formal (a los 8 años aproximadamente) o no disponen prácticamente de experiencias musicales o no se sabe construir nada sobre ellas y el niño aprende música desde la teoría y la vista, en lugar de disponer un amplio abanico de experiencias y aprendizajes comprensivos “reales”, sobre los que construir conceptos musicales.

El Instituto Gordon de Educación Musical viene desarrollando una intensa actividad formativa en diferentes lugares de España para posibilitar que profesores de música y educadores infantiles puedan sentar las bases de una cultura musical más rica desde el comienzo de la vida. Conocer cómo asimila música un niño desde el nacimiento y saber favorecer este proceso, supone de alguna manera abordar el propio reaprendizaje musical del profesor, y adquirir recursos que ayudan a comprender en definitiva el abordaje de cualquier aprendizaje musical.

La MLT (Music Learning Theory) de Edwin Gordon abre las puertas de un nuevo paradigma en la enseñanza musical, ya que nos ofrece las herramientas para recuperar la correcta secuencia del aprendizaje musical: del sonido a la vista, de la experiencia directa al concepto sonoro, aprovechando al máximo la intuición musical que traemos desde la cuna.

 

Marisa Pérez
Directora y fundadora de IGEME
(Instituto Gordon de Educación Musical España)
www.igeme.es

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