Seguimos con la serie de momentos críticos en nuestra labor de profesore/as de educación musical temprana. Hoy quiero reflexionara sobre los niños que dan respuestas y en un momento dejan de darlas.
Puede haber muy diferentes motivos y es importante saber cuál es la causa para obrar en consecuencia.
Algunos bebés dan una respuesta muy clara y afinada, o precisa rítmicamente en “aculturación” y luego, cuando entran en la fase de “saliendo del egocentrismo”, necesitan su tiempo antes de volver a entrar en el diálogo de patrones. En este caso la paciencia y la constancia son el principal recurso.
Otros dejen de dar cuando pasa la novedad de la clase y se sienten más atraídos por otras cosas: compañeros, lugares u objetos de la sala, que despiertan su curiosidad y ganas de exploración y juego.
Puede deberse también a una influencia negativa del adulto acompañante: presiona demasiado para que haya respuestas, por ejemplo.
Si la ausencia de respuesta no remite y el niño/a está entorno a los 3 años, puede querer mostrarnos que ha perdido su interés en la clase y que necesita una nueva dinámica.
Cuando nos encontramos con una de las 3 últimas causas o tal vez incluso todas, es tiempo de pasar a una clase sin adultos acompañantes.
Es conveniente en todos los casos explicar y comentar las posibles causas con el adulto acompañante, que suele estar muy confundido por el cambio “hacia atrás” de su hijo/a.