Eso del fin de curso, me está suponiendo últimamente algún dilema. Desde la escuela y desde las familias se espera algo parecido a un espectáculo en el que se muestre el avance, las adquisiciones de los niños/as en las sesiones de música. Sin embargo, cuando la meta no es tanto la adquisición de destrezas sino acompañar el crecimiento musical, el planteamiento de la celebración de fin de curso debe cambiar considerablemente y no cualquier tipo de “escenificación” vale. Estar unas cuantas sesiones repitiendo unos gestos o unas melodías para que salgan “perfectas” o simplemente “bien” delante de un público, no sea en absoluto el objetivo de las sesiones de música tal y como las entendemos. No obstante, obviamente, cuando llega ese final sí que tiene sentido hacer algo especial.
Es en ese sentido y con esa voluntad que llevo ya unos cuantos años musicalizando un cuento con melodías y canciones en el más puro estilo MLT (modos y métricas variados), con actividades creativas de movimiento (Laban) siempre con la finalidad de vivenciar diversos aspectos musicales. En los inicios, el planteamiento de la actividad de fin de curso estaba más en la línea de la “clase abierta”, que también me parece una buena opción como celebración de final de curso. Sin embargo, desde que lo propuse, el proyecto del cuento gustó a la escuela, aunque algún año no ha acabado de funcionar seguramente porque las familias lo han percibido como una “actuación”demasiado libre, sin las pautas que deberían regir un “espectáculo” como tal.
Este año, conjuntamente con una compañera, con la que hemos podido compartir e idear con gran conexión, la hemos liado todavía más grande, al incluir y hacer participar en nuestra fiesta al coro de los pequeños y a los alumnos del “Ensemble” ( sesiones en las que las niñas/os prueban distintos instrumentos, intentando aplicar aquello que vamos trabajando en “Música y movimiento”).
La actividad ha sido un éxito gracias a la excelente colaboración entre nosotras y la implicación que han tenido otros profesores/as de la escuela. Por eso, estoy realmente satisfecha, sobre todo, porque ha supuesto una fiesta para los niños/as, en la que han podido mostrar el tipo de actividades que realizamos, para las familias y para el conjunto de la escuela ya que entre todas hemos generado un alegre y creativo espacio musical que, lejos de suponer un “adiestramiento” ha sido, por encima de todo, la manifestación de una vivencia común.
Y vosotras, ¿cómo planteáis el fin de curso? ¿Hacéis alguna actividad en especial? Nos gustaría mucho que nos contarais de qué manera lo enfocáis.