Hoy me gustaría que compartiésemos cómo está siendo nuestra experiencia a lo largo de este curso en nuestras clases de educación musical temprana con el uso de las mascarillas.
Yo imaginaba que la mascarilla me iba a impedir comunicarme correctamente con los más pequeños, incluso utilizando las transparentes. Efectivamente he visto sus ojos mirándome fijamente, sin saber muy bien si estaban intentando adivinar como sería mi cara completa o cuando llevo la transparente, he visto sus caras entre asustadas y asombradas por la novedad de un objeto bastante aparatoso. Pero en realidad, no he sentido tanto impedimento y creo que los bebés están mucho más abiertos para recibir y dar a través de los ojos. Miran con intensidad y son capaces de recibir nuestros mensaje sin palabras. Y por lo menos ¡yo puedo verles al completo!
Para mi sorpresa, en cambio, he visto mucho más perjudicada mi comunicación con los adultos acompañantes. Tenemos que adivinar nuestras caras, nuestras expresiones y los ojos son mucho más esquivos, siempre más pendientes de sus hijos que de ninguna otra cosa. Nunca ha sido fácil movilizar a los adultos. En nuestra cultura estamos poco acostumbrados a movernos desinhibidamente y mucho menos a mostrar nuestra musicalidad adormecida. Con las mascarillas la mision se hace casi imposible. Parecen escondidos, parapetados, infranqueables en su papel de meros acompañantes, más anónimos e inacesibles que nunca.
Disfrutar de la completa expresion de nuestros rostros sera algo que nunca deberíamos olvidarnos cuando llegue el momento. Nuestras clases se volverán otra vez más espontáneas y más transparentes. ¡Esperemos que sea muy pronto!
Contadnos como está siendo vuestra experiencia con este tema y si teneis algunas anécdotas que compartir. Nos encantará recibir vuestras aportaciones.
Marisa
Directora de IGEME
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